miércoles, 5 de enero de 2011
No merecía la pena.
Miraba, pero no veía. Y quería que diseñase su vida como si fuese un edificio o una de las pasarelas de París. Yo le dije que no podía, que las cosas no funcionaban así, pero no pareció escucharme, aunque si que me oyó… pero claro sí que oía, nunca escuchaba. Se le fueron los suspiros cuando se enteró de que me iba, y un año después me dijo que no se acordaba de olvidarme. Yo volví, claro que lo hice, pero ya estaba loca de atar y sus padres jamás me dejaron acercarme a su casa. Me dijeron que ya había hecho bastante daño y me entró miedo de perderla. Nunca más la volví a ver y yo si que me acordé de olvidarla.
Etiquetas:
Ven que te cuente un cuento.
domingo, 2 de enero de 2011
Te convertiste en la goma que apretaba mi corazón.
Y entonces te conocí… Tenías la nariz rota de tanto puñetazo, y dos cicatrices pequeñas en la cara. No sonreías, y en tus ojos de dieciséis años se podían ver los daños hechos por tus padres, por las drogas y el alcohol, y lo intentos desesperados de desahogar tu rabia con cualquier persona que se te cruzase y te mirase más de dos veces seguidas. Te costó aprenderte mi nombre, tanto que me señalabas, y me llamabas niña, tú, Carla, o Sandra. Pero la primera vez que pronunciaste el que era, tu voz se hizo la goma que apretaba este corazón hecho pedazos. Y sentí que quería quitarte esa máscara de chico malo para que mostrases tu lado más dulce, solo para mí.
Etiquetas:
R,
Sol y sus dos chicos.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)