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No puedes imaginar cuanto te quiero, ahora los relojes pararán. acercándote a mi pelo, y tu mirada otra vez...

lunes, 29 de marzo de 2010

Con un segundo todo puede cambiar.

- ¿Sabes qué? Quizá si la primera vez que lo intenté me hubieses mirado con miedo y súplica en los ojos ahora no estaríamos aquí. Tú aprisionada entre el suelo, mi cuerpo y un monton de cristales que se te clavan en las costillas y Yo, apunto de violarte sin compasión, con furia, con rabia, con deseo... Y no me mires así, bonita, porque es tu mirada lo que te ha hecho perder. Esos ojos desafiantes, que me miran con odio, sin miedo, con asco, que me retan a hacer lo que estoy a punto de hacer.
Sophie le escupió en la cara, con fuerza, y Sam rió dejando ver las arrugas que se le formaban debajo de la boca.
- Es una pena. - Sam acarició el contorno de su pómulo rosado. - Eres preciosa. Pero es que no me digas que tu forma de mover las caderas la primera vez que te vi no era provocadora. Si te hubieses dejado hacer entonces, no habrías tenido que pasar por esto. Piénsalo, habría sido mejor. Yo no estaría tan enfadado y tú no tendrías a toda tu clase como corro de espectación sin poder hacer nada para ayudarte. Habría sido más rápido, menos doloroso. Nadie lo sabría.
Sophie recorrió con la mirada la sala. Todos sus compañeros estaban contra la pared, aprisionados por otros chicos, suponía amigos de Sam. Todos mirándole con pena, con dolor, algunos con furia. Todos vigilando, atentos, por si alguno de los 'secuestradores' se despistaba y tenían la oportunidad de ir a salvarla.
Y entonces Sophie notó la mano de Sam recorrer su pecho, y antes de que pudiese hacer nada tenía sus labios en la boca. Reaccionó rápida y le mordió la lengua. Y entonces un bofetón. Y una patada. Y fuera camiseta. Y una vuelta. Y un cristal. Y un grito. Y otro mordisco. Y un arañazo. Y dos. Y tres. Y su mano forcejando con el pantalón. Y el miedo, el miedo en sus ojos. Ese que no se había dignado a salir antes. Grito, y otro grito. Y fuerza, mucha fuerza, uno para quitar, otra para evitar. Y de repente silencio.
Sophie oye su respiración, solo la suya. Y lo ve todo a cámara lenta.
Él, que va a salvarla. Y un cristal. Y un grito. Y una lágrima. Y un último aliento.
Y eso duele más que todas las violaciones del mundo, duele en el corazón, muy al fondo, muy fuerte. Pero le da fuerzas. Fuerzas para empujar, para salir. Fuerzas para llegar a él y tenderle la mano y sacarle de allí.

sábado, 27 de marzo de 2010

Días rojos, besos largos.

Hoy es un día de esos rojos. No es negro, porque el sol hace resplandecer todo. Ni gris, porque las cosas no tienen pintadas sonrisas tristes y lágrimas saladas. Ni es blanco, porque no estamos en la pureza de una playa desierta. Es rojo. Rojo por la pasión de tus labios. Rojo por tu mano amarrándome la cintura. Rojo por tus palabras. Rojo por tus miradas. Rojo por tus sonrisas. Rojo por ti y por mi. Rojo por nosotros.
Y mira que nunca me han gustado los días rojos, ¿sabes por qué? Porque los días rojos desencadenan un montón de días grises, y negros. Es algo inevitable.

viernes, 19 de marzo de 2010

Sol debe aprender de sus caidas. (I)

- Te quiero, Mark.
- ¿Te quiero? Raro.
- Raro el qué, ¿que te diga que te quiero o que te quiera después de todo?
- Lo primero. Si fuese por palabras tuyas nunca me ha parecido que me quieras.
- Nunca te lo has creido, ¿no?
- Nunca.
- Entonces estamos en paz. Si fuese por actos tuyos nunca me habría creido que me quieras.
Y Sol y Mark se quedaron callados. Porque ahora estaban bien y ninguno de los dos quería estropearlo. Porque ser amigos era mejor que nada. Porque querían recuperar todo el tiempo perdido. Porque sabían que si empezaban a recordar tiempos pasados volvería el rencor y el enfado, y los dos le tenían miedo a eso.

domingo, 14 de marzo de 2010

Y tú, ¿por qué te enamoraste de mi?

¿Sabes por qué me enamoré de ti? Porque la primera vez que nuestros labios se rozaron lo hicieron por un beso robado. Y tú me dijiste: ‘Ya te he besado’ y luego lo volviste a hacer, una, dos, tres veces. Porque antes habíamos compartido caricias secretas, roces a escondidas y miradas cómplices. No me enamoré de ti porque fueras guapo, si no por tu sonrisa. Y creí odiarte cuando me enteré de que me habías engañado pero, en cuanto tú venias conmigo se me olvidaba todo. Me enamoré de ti por el amor prohibido que tenemos, por la incertidumbre de no saber si al día siguiente van a volver a haber más momentos como ese porque tú estarás enamorado de tu novia. Me enamoré de ti porque tu estabas enamorado de ella (o por lo menos te gustaba, igual que te gustaba yo). Porque eres difícil. Porque nunca sé lo que va a pasar con nosotros, ni si quiera sé si hay un nosotros. Me enamoré de ti por sus celos y sus berrinches, porque si los tenía era porque habían motivos y eso significaba algo. Me enamoré de tus ojos, de tus miradas y supe que vendería mi alma por todos los momentos que pasamos juntos.
Y tú, ¿por qué te enamoraste de mi?

sábado, 6 de marzo de 2010

Prométeme la luna y las estrellas aunque sean imposibles.

- Marcos, prométeme una cosa.
- ¿El qué?
- Prométeme que me seguirás amando incluso cuando se te vayan las ganas de quererme.
- Te lo prometo.
- Y prométeme que si algún día quieres alejarte mucho de mi lo harás, pero que no me soltarás la mano.
- Te lo prometo, amor..

lunes, 1 de marzo de 2010

Y cuando la melancolía entra sin llamar a tu puerta solo te queda escapar por la ventana.

Me encantaría poder decir en una sola palabra lo que siento en estos momentos por ti. Creo que no la encuentro y solo me viene a la cabeza la palabra melancolía. Melancolía de ti, de tus ojos, de tu sonrisa. Melancolía de tus besos, de tus intentos, de tus roces a escondidas, de tus labios en los míos, buscando respuesta e intentadolo mil veces aunque no la obtengas. No voy a decirte que te odio, ni que me has hecho daño porque en realidad me lo esperaba. Es como cuando vas en la bici, con el viento en la cara, feliz y ves una piedra en el camino y, ya sabes que te vas a caer y preparas tus manos para que el golpe no sea tan fuerte. Lo nuestro es lo mismo, cariño. Entrelíneas se divisaban tus mentiras y, en realidad yo también te utilicé para olvidar amores pasados; la única diferencia entre tu y yo es que yo siempre fui con la verdad por delante, yo nunca te prometí nada, yo nunca adelanté acontecimientos.. Tú en cambio hiciste todo lo contrario, me mentiste desde el principio, me juraste que nunca te cansarías de mi, que no me usarías, que siempre estaríamos bien aunque lo intentasemos y no funcionase, me prometiste la luna falsa y yo me la creí. No me duele que te dieses cuenta de que no sentías por mi nada, me duele que lo hicieses después de besarme, después de tenerme durante un día entero para tí, me duele que no fueses capaz de decirmelo a la cara, que me utilizases para estar con ella, que ahora pases de mi como si nunca hubiesemos hablado, como si no nos conociesemos, como si no me hubieses contado todo lo que te pasaba por la mente y que, si nuestras miradas se cruzan te entre la risa. Eso es lo que en el fondo me duele, que hiciste conmigo lo que yo nunca habría hecho contigo y que conseguiste todas las cosas malas que yo no quería para ti y que, encima, parece que te importa una mierda.



- Olvídalo, es un gilipollas, no te merece.
- Si yo todo eso ya lo sé. Pero es que no puedo evitarlo, no me creo que me mintiese de esa forma, ¿cómo pude ser tan ilusa, tan ingenua?