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No puedes imaginar cuanto te quiero, ahora los relojes pararán. acercándote a mi pelo, y tu mirada otra vez...

viernes, 29 de octubre de 2010

Se ha llevado tu vida consigo.


Respira. Hay veces que la vida te da golpes. Que te ahoga en los océanos de tus propias lágrimas. Solo tienes que salir a la superficie y nadar. Se le ha ido la vida y nunca más verás su sonrisa, sus gestos, su todo; se le ha ido la vida y se ha llevado la tuya consigo. Te quería, te quería como a nadie, pero al marcharse te ha matado a ti también. Ahora él no está en este mundo, pero tú, que permaneces sobre la superficie de la tierra, flotas, y te dejas guiar por las corrientes de otras personas. ¿Te levantarás? Habrá un día en que el llanto no acuda a tus pupilas, que estarás seca de dolor. Llegará el día en que no recuerdes su olor ni el tono de su voz. Y su amor no te producirá un vació en el pecho. Es duro pero te olvidarás de él, no de su esencia, pero si de él.

viernes, 15 de octubre de 2010

¿Puedes estar viva y sentirte muerta?

Cierra los ojos, ¿te sientes caer?, lentamente, muy lentamente. Rozas con la piel el agua, te estremeces, ¿Está fría? Helada seguramente, pero no lo sientes. Es como si el mundo se hubiese detenido en ese momento, si te sumerges, ¿te ahogas? Si sonríes, ¿se escuchará tu risa? Si lloras, ¿correrán lágrimas por tu cara? No, todo está quieto, en calma, en silencio. Shhh. A veces vivir sin sentir te evita el dolor. Estás vacía por dentro, pero por fuera no se nota. Por fuera estás serena, triste sí, pero tranquila. ¿Quién descubrirá que en tu interior los relámpagos te queman? Llueve y tu corazón se ahoga, como tú, poco a poco. ¿Alguien se enterará de que tu llama se extingue? Nadie, porque no quieres que se descubra. Sin que se note te vas, tu mente se va, tu cuerpo se aleja. ¿Tendrás valor para decirle adiós a alguien? No, pero ¿importa?

jueves, 14 de octubre de 2010

Todo saldrá bien, pequeña.

‘‘Se va a morir, es solo cuestión de días.’’
Sientes que te ahogas, que se te escapa el mundo entre los dedos, las lágrimas inundan tu corazón y llamas a tus amigas, llamas a Luis pero nadie te lo coge, y caes, más rápido, mientras eres consciente de que necesitas salir de esa casa como sea, de esas paredes que huelen a tristeza y a muerte, a dolor.
Y entonces le llamas, a él, a Mark, porque lo necesitas, necesitas respirar su aire, necesitas un abrazo, y un: ‘Todo va a salir bien, pequeña’.
Y luego corres, bajo la lluvia, que atraviesa el paraguas y te cala los huesos y llegas hasta su casa mientras lloras y cuando lo ves te derrumbas del todo.
- ¿Qué te pasa?
Y se lo explicas, que se va a morir, que no puedes hacer nada para evitarlo. Y él te abraza con mucha mucha fuerza mientras te coge para que subas a su casa. Vuelves a llorar y él te vuelve abrazar mientras te susurra: ‘Todo saldrá bien, Sol’. Y entonces llama a Luis y entre los dos, como antes, te hacen reir y olvidar por un momento que tu mundo se te está cayendo encima.

jueves, 7 de octubre de 2010

El día en que te vayas se inundará el mundo por nuestro llanto.

¿Sabes? Ayer me desperté en sueños y grité tu nombre. Pensarás que soy una tonta pero las lágrimas habían mojado la almohada y hacían ríos por mi rostro desnudo. Soñé que ya no estabas, que te habías ido para siempre y el dolor de saber que esta vida no es justa, que muchos otros no mueren y lo haces tú, con tu alegría y tu saber estar, con toda tu bondad y tus buenas maneras, que tus palabras pasarían a ser parte del olvido, de un ayer tan lejano, consiguió dejarme sin aire… Te soñé envuelto en llamas, convirtiendo en cenizas tu cuerpo, tu alma y ese corazón que no te cabe en el pecho, soñé que te llorábamos y tirábamos tus cenizas al mar. La vida seguía pero tu ausencia se reflejaba en sus ojos, en los de aquella mujer que tanto te había amado, que había sufrido a tu lado los últimos días de tu calvario, que había cuidado de tus hijos, de sus hijos, mientras te drogaba para que no sufrieses dolor, que había sido fuerte, más fuerte que nadie viendo tus ojos idos y tus intentos de decir: ‘’Te quiero’’.
Yo, desde aquí, te prometo que cuidaremos de ellos. Porque son nuestra familia, como tú, que conseguiste hacerte un hueco en la mesa solo con tu aire calmado. Cuidaremos de ellos si algún día te vas, y te lo prometo, porque todos sabemos que no dentro de mucho me volveré a despertar en sueños gritando tu nombre y, que esa vez, ya no estarás.
Y ¿sabes? El día en que te vayas se inundará el mundo por nuestro llanto.