.

No puedes imaginar cuanto te quiero, ahora los relojes pararán. acercándote a mi pelo, y tu mirada otra vez...

miércoles, 30 de diciembre de 2009

La inocencia y la ilusión es lo último que se pierde.

- Queridos reyes magos...
- Magos no, majos.
- ¿Majos? Sí mira, majísimos.
- Ah ¿no? Te podrás quejar...
- No me quejo, pero prefiero que sigan siendo magos.



Feliz 2010 y recordad, faltan dos años para que se acabe el mundo, a si que a disfrutar de la vida.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Ten un poco de paciendia (III)

Sol camina por la calle, está feliz porque han empezado las vacaciones, pero a la vez está triste porque dieciseis días sin ver a ninguno de sus amigos es mucho tiempo. No sabe que le pasa, pero tiene un lío tremendo en la cabeza, de donde no se puede sacar la sonrisa dulce de Em, ni lo bueno que era Mark antes de enfadarse. No tiene nada claro a quien quiere y, tampoco tiene claro con quien estar. ¿Con el que le ha hecho sonreir o con el de siempre, el de toda la vida, pero que es el que le ha hecho tanto daño...?
Suspira, y su aliento se mezcla con el aire frío del mediodia, fomrando una nube de vapor. Ha llegado el invierno y Sol odia el invierno. Sige caminando, intentando dejar la mente en blanco pero alguien tira de su brazo y la retiene.
- Sol, no te has despedido de mi.
Reconoce su voz, y su corazón se retuerce intentando escapar. Ella también lo hace, intentando soltarte.
- No quería. Déjame, Mark.
Mark la mira con esos ojos verdosos, posiblemente intentando sacar una explicación para esa contestación.
- Yo si que quiero despedirme de ti, Sol. - Mark siempre con su orgullo y arrogancia, la atrae un poco más hacía su cuerpo y le planta un beso en la mejilla, porque Sol ha logrado apartar la cara a tiempo. - ¡Oye! ¿Qué es lo que te pasa? Me creía que tú...
Sol no le deja acabar. Mark se cree muchas cosas, entre ellas sabe que Sol está muerta de amor por él, lo que no sabe aun es que Emanuel se está metiendo por el medio. Sol en cambio si que sabe que Mark no la quiere, o por lo menos eso le han demostrado cada uno de los besos que se ha dado con otras. Es un mujeriego.
- Pues no te lo creas, yo ya no te quiero. Me di cuenta el otro día cuando pasó algo que me hizo estar mal por otra persona. Creo que tienes derecho a saberlo.
Mark la suelta mientras sus ojos se abren con sorpresa, Sol puede ver su dolor.
- Ah, pues muy bien, a si no discutiremos más.
- Entonces.. ¿te da igual?
- No. No, exactamente.
- ¿Por qué? - Mark desvía la mirada y se queda callado, Sol espera hasta que se da cuenta de que él no va a contestar. Entonces añade: - ¿Tú me quieres?
Sus miradas se juntan.
- No sé que decirte.
- ¿Por qué?
- Ya lo sabrás.
- No, Mark. Quiero saberlo ahora. ¿Me quieres?
- ¿Quién es el otro?
- No tienes derecho a preguntarme eso.
Mark la vuelve a agarrar por el brazo, pero Sol es más rápida y lo esquiva. Se aleja tres pasos.
- ¿Vas a contestarme?
- No. No quiero decirtelo. Dime ¿quién es el otro? ¿Algún gilipollas de tu clase?
Sol niega con la cabeza.
- No te lo voy a decir. Tú nunca contestas a mis preguntas. - Da tres pasos más lejos. - Feliz navidad, Mark.
Y se aleja corriendo. Ahora solo sabe que Mark la quiere y que los celos le van a comer por dentro esas fiestas, pero su orgullo le impide decirselo y seguro que cuando vuelva a verlo esta con otra.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Ten un poco de paciencia (II)

Emanuel está sentado en uno de los bancos verdes que adornan el pasillo del instituto esperando a que alguien se siente, está mirando fijamente a una chica de pelo negro y piel morena. Una sonrisa enigmática asoma por su rostro mientras sige cada uno de los movimientos del cuerpo bien formado de ella. Se levanta y se dirige hacia la chica del pelo moreno, se llama Julia y ya ha intercambiado unas cuantas palabras con ella en ciertas ocasiones. Emanuel sige con su sonrisa mientras se le acerca. Se enfrascan en una conversación llena de risas tontas y caricias disimuladas. Sol, que pasaba por allí para hacer uno de sus cambios de clase los ve y sintiendo unas punzadas inexplicables en el estómago se para a esperarlo a él. Em la ve y se despide de Julia, se acerca con cuidado - ya ha visto la cara de mal humor que trae Sol. -
- ¿Te gusta ellla? - Sol va directa y Em abre y cierra la boca varias veces antes de contestar.
- No. - Niega con la cabeza. - A mi me gustas tú, pero...
No acaba la frase y agacha la mirada. Las punzadas que sentía Sol finalizan al instante y le invade el alivio; sin embargo se mantiene seria.
- Yo no te puedo gustar. - afirma
- ¿Por qué?
- Porque no.
Entonces Em se le acerca con cuidado y pone uno de sus dedos largos sobre sus labios.
- Shhhh.
Sol le hace caso y se calla, pero también se aleja. Ahora tiene miedo de perderle.

jueves, 17 de diciembre de 2009

¿Alguna vez os he hablado del chico de los ojos oscuros?

¿Sabéis quien es Él?
Él es el chico de las sonrisas bonitas y las miradas odiosas. Es el típico niño al que nunca le han dicho que no, porque es demasiado guapo y popular para eso. Él es el chico de las palabras dulces y esperanzadoras y el de los gestos galanes y atentos. Es el que te envía un sms cada cinco minutos diciéndote que te quiere pero que no te va a esperar, porque tiene a veinte mil tías detrás y, si decide esperarte, todas van a lanzarse a sus brazos y al final él cae en sus redes. Es el chico de las cosas del revés, al que le gusta la lluvia y las tormentas eléctricas. Es el de los ojos oscuros y pelo moreno. El de las promesas sin cumplir. Y el de las mentiras que empiezan no diciendo toda la verdad. Es el que cambia de opinión de la mañana a la noche. Es el chico que siempre acaba fastidiándolo todo, pero que parece tener una cierta adicción a mi, porque siempre acaba volviendo, pidiendo perdón. Lo malo es que yo le espero y entonces vuelve a empezar el juego.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Te un poco de paciencia.

Era una tarde lluviosa y fría, de esas en que al salir a la calle huele a lluvia y el cielo está tan tan gris que te entran ganas de tirarte en la cama. Y Sol, que tenía una sonrisa bonita, pero no perfecta, porque tenía los dientes mal colocados y no quería ponerse aparato, estaba muy triste. No solo porque el día fuese malo, porque ella odiaba los días malos, si no porque tenía un fuerte dolor en el pecho desde hacía ya un tiempo, de esos que no te dejan respirar, y no podía hacer nada para repararlo. Seguro que si su madre lo supiese habría murmurado ‘mal de amores’, igual que sus amigas, que a sus espaldas decían que tenía el corazón roto, pero es otro cuento, o otra historia y ahora no viene al caso.
- ¡Sol! Hola
Sol se giró despacio, aunque habría reconocido esa voz en todas partes. Era Él. Pero no el que le había hecho tanto daño, si no el otro, ese que se había preocupado por ella.
- Hola Em
- ¿Por qué no abres el paraguas? Estás chopadita.
- Ya lo se, es que se me ha roto. Y lo que estoy es muerta de frio, mira mis pies, parece que este andando sobre el agua. Y ademas estoy tan cansada de tantas cosas.
- ¿Estás cansada de mi?
- No, de ti no. De ti no me canso, tendrías que saberlo.. Me has ayudado tanto.
- Ya pero me sirve de poco ¿no? Hay veces que pienso que nunca voy a conseguir ser el primero.
- No empezemos...
- Ya lo sé, no te gusta hablar de eso, lo siento. Te acompaño a casa ¿vale?
- No
- Oye, no seas tonta. Te acompaño a casa aunque tenga que cogerte en brazos. Si sigues andando sin paraguas al final vas a coger una pulmonía.
A si que Em la rodeó con su brazo y aspiró su olor a coco. Sol se dejó agarrar y se fueron juntos bajo un paraguas multicolor.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Tú y tu sonrisa perfecta

Tú, con tu sonrisa perfecta, juegas a un juego que no me gusta nada y que se te da demasiado bien. Te lo sabes de memoria. Juegas a un juego donde no hay reglas y si las hay, solo tú las sabes. A un juego en el que solo tú sales bien parado y no te importa hacerle daño a los demás. Es un juego en el que las cosas no son lo que parecen, donde tú te enfadas y tú solito perdonas y, después, te vuelves a enfadar sin avisar a nadie. Un juego en el que participan las miradas, y los actos que sabes muy bien que duelen. Un juego con una finalidad repugnante, en el que el único objetivo es hacerme daño, a mi o a cualquiera que te lo haya hecho a ti antes. Pero no tienes ni idea de que yo también puedo jugar a ese juego. Te crees que no te conozco, te crees que no sé como juegas tus cartas y por donde vas a tirar los dados, y sobre todo te crees que no se que es lo que te molesta realmente. Sé cuales son cada uno de tus puntos débiles y puedo usar miles de cosas en tu contra. Tú, con tu sonrisa perfecta de me voy a comer el mundo, te crees que lo tienes todo controlado, y no tienes ni idea de que, tras la carita de no haber roto un plato en mi vida, se esconde alguien capaz de todo por no llorar más. No tienes ni idea de que a tú estúpido juego pueden jugar dos personas, y que saldrás perdiendo si esa persona sabe perfectamente cada uno de los pasos que vas a dar.