Lo peor de esto no es que después de todo estés con ella. Lo peor es que no duele. Es como si las lágrimas se hubiesen secado y no quisiesen salir. Como si en mi corazón se hubiese creado una muralla contra tus golpes, que solo deja pasar ráfagas de tristeza que me hacen suspirar y pensar en ti. Como si tuviese las manos preparadas desde el principio y me hubiesen crecido alas para volar lejos del suelo cuando me hicieses caer otra vez.
Siempre se ha dicho que mejor solos que mal acompañados. Y no, no es que tú seas mala compañía. Es que no te aclaras. Que como también se dice, las cosas claras y el chocolate espeso. Porque te pusiste hecho un huracán cuando te enteraste que había pasado la noche con él, y te explicamos que no había pasado nada. Pero tú tenías que hacerlo. Tenías que joderlo antes de empezar. Y contradecirte estando con ella. Que dices que somos jóvenes, que ahora no funcionaría, y sé porque lo piensas. Porque crees que lo nuestro va a durar tanto como días tiene el año. Y más aun. Y te entra miedo, como a mí. Pero me has hecho tanto daño, sonrisa bonita, tanto daño…
He decidido que esto se acabó. Y sé que lo he dicho tantas veces que ya no es creíble. Pero un clavo saca a otro clavo y cuando te des cuenta no voy a estar ahí para ti. Porque una vez me dijiste que sabías que me ibas a tener siempre. Pero te juro, sonrisa bonita, que o a la próxima mueves la tierra para estar conmigo, o es la última vez.